domingo, 9 de octubre de 2011

La Carta

La habana, 15 de Mayo del 2050




¿Recuerdas el día en el que nuestros caminos se cruzaron por primera vez? Yo aún lo tengo grabado en la memoria a fuego lento, cada detalle, cada segundo. Recuerdo también el día en que dichos caminos tuvieron que separarse. Fue un día triste aquel. Ahora, sin embargo, los recuerdos, difuminados por la niebla del tiempo, pierden sus antaño nítidos contrastes y vagan por mi memoria desprendiendo cálidas sensaciones.



Ha pasado el tiempo, mi pelo antes fuerte y oscuro se ha tornado blanco y lacio, mi cuerpo ya no atrae miradas lujuriosas, mi mente ha perdido parte de su lucidez, mi espíritu luchador ha rendido sus armas y busca en paz el retiro. Sin embargo, hay una cosa que los años no han podido derrotar y es el recuerdo de tu imagen diciéndome adiós desde el andén de la estación, haciéndose cada vez más diminuta, a medida que las bielas de la vieja locomotora 501 iniciaban mi largo periplo por el mundo.



Tengo cientos de fotografías de lo que pasó después, mi primera mujer, mi hija, mis viajes, sin embargo, la única foto que no tengo es aquella que mas veces he contemplado en mi memoria, aquella que el tiempo y las inclemencias nunca podrán corromper, pues fue tomada por unos ojos enamorados que tuvieron que partir con todo el dolor de su alma.



Cincuenta años han transcurrido, los recuerdos se mezclan en mi memoria, algunos han sido los intentos de ponerlos en orden, de reflejarlos en un papel, todos ellos han fracasado. No me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida, mis dos matrimonios y mi hija han sido las mejoras cosas que me han sucedido, sin embargo, a menudo me pregunto como habrían sido nuestras vidas si el destino no hubiese sido tan cruel con nosotros.



Ahora, en la soledad de la vejez, la añoranza me ha vencido y me han entrado deseos de verte por última vez, ni siquiera se si estas viva, desconozco tu paradero y hace años perdí el contacto con todo tu mundo. Aún así, sentía la necesidad de hablarte antes de que por fin el descanso eterno me reclame.



¿Sigues bailando? Yo nunca he dejado de hacerlo, de hecho, siempre que acudía a un espectáculo tenia el secreto anhelo de verte subida al escenario. ¿Lo conseguiste? Estoy seguro que así fue. Cuanto me gustaría compartir una última canción contigo. ¿Recuerdas cuanto nos gustaba aquel tipo Puertorriqueño? Marc Anthony se llamaba ¿no? ¿Y aquellas bachatas que atraían las miradas indiscretas de aquellos que deseaban estar en mi piel rozando tu cuerpo? Pero lo que mas anhelo de todos aquellos años son los tangos, fue entonces cuando mas cerca te sentí, fue también cuando supe que tu eras aquella persona que todo el mundo sueña encontrar y fue también cuando aquel absurdo miedo a perderte comenzó a brotar dentro de mi. No he vuelto a bailar ni uno, no con los pies al menos, pues cientos han sido los que hemos compartido después, por las noches antes de dormirme, en el asiento de un tren en muchos de mis viajes, a la orilla de un lago un día de primavera.



Dentro de dos meses viajaré a España, el día 18 de Julio, a las 12 de la noche estaré en aquel garito que solíamos frecuentar, no se siquiera si todavía estará abierto, pero allí estaré, en el bolsillo llevaré un disco con una canción, ya sabes cual. Si quieres compartir ese último baile conmigo, te estaré esperando.